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Literatura psiquedélica

hasta él mismo acabó haciéndolo. Su muerte voluntaria en 1937 por cianuro, fue precipitada por un diagnóstico de cáncer. Siguiendo su costumbre, uno de sus amigos y sus dos hijos también decidieron acabar con su vida. La muerte es una constante en su vida y entre las hojas de sus libros. De toda su producción, quizás son los cuentos los que más alegrías y reconocimientos le han proporcionado. Quiroga afirmaba que el cuentista “tiene la capacidad de sugerir más de lo que dice” 2 . Él debía hacerlo bien, pues es admirado como uno de los mejores cuentistas en lengua española y sus trabajos son considerados fun-

En este espacio ya hemos tratado los casos de muchos de estos literatos modernistas, pero el que hoy nos ocupa, el de Horacio Quiroga, es más difícilmente encasillable. Modernista, pero no siempre. Realista, pero no del todo. Ha sido en múltiples ocasiones tachado de ser un escritor de frontera: “Quiroga está en las fronteras del modernismo hispanoamericano porque se inició como modernista, porque fue un hombre fronterizo (desde muchos puntos de vista) y porque se alejó conscientemente de la búsqueda interior que emprendieron los modernistas, rechazando todo lo artificial y anhelando un lugar físico (lo encontró en la selva) en el que asentar su atormentado corazón” 1 . Sus ganas por encontrar

“ E L CUENTO TITULADO E L HASCHICH ES UN RELATO BREVE EN EL QUE Q UIROGA NARRA UNA EXPERIENCIA PROPIA CON LA SUSTANCIA

damentales para la historia del cuento internacional. Bebe de los mejores y man- tiene su personalidad: “los preceptos de Poe, pionero en la prescripción de pautas para dominar el arte del narrar moderno, junto a las sutilezas del estilo de Chéjov

su sitio lo llevaron a viajar a París y otrosmuchos lugares, pero no sería sino en terri- torio deMisiones, en la selva donde los jesuitas antes se habían asentado para pre- dicar, que lo hallaría. Aquellos expertos que se

dedican a analizar su obra defienden que esta es inseparable de su vida. Nació rioplatense (Uruguay y Argentina se disputan su origen) en 1878, para vivir una vida plagada de muerte. Desde que contaba los dos meses y medio ya la tuvo cerca: primero su padre falleció en un accidente de caza, luego su padrastro se quitó la vida, más tarde él mismo mató a un amigo por accidente mientras probaba un arma, posteriormente se suicidó su primera mujer, y

o Maupassant, gravitan dentro de la concepción quiro- niana del cuento; no obstante, son paradigmas orientativos, inicio y referencia de su labor”. Su escritura, “como la selva palpitante que se percibe en sus cuentos, es un desafío a la inteligencia y al corazón, un territorio cambiante, inasible a las estrategias de adaptación que el cuentista va desarrollando en el difícil trato con su imaginación” 3 .

Museo provincial y casa de Horacio Quiroga, en San Ignacio, Argentina (Horacio Cambeiro, CC BY-SA 3.0, Wikipedia)

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